Cono Sur Africano 2010

Viaje de 3 semanas realizado en Agosto de 2010. 6 personas. Una ruta circular de más de 6.000 km por el Cono Sur de África en total autonomía y sin guía, atravesando Sudáfrica, Namibia, Botswana y Zimbabwe.

A bordo de nuestros 2 todoterrenos recorreremos el cono sur africano, desde Johannesburgo y pasando por Uppington entraremos en Namibia. El Fish River Canyon (2º cañón más grande del mundo), el desierto rojo de Namib, las focas y pelícanos de la bahía de Walvis, los barcos barados de la Costa de los Esqueletos, el bosque petrificado de Damaraland, las tribus Himba, los Parques Nacionales de Ethosa y Mahangu y la franja de Caprivi llenarán los primeros 10 días de viaje. Entraremos a Zimbabwe para visitar las Cataratas Victoria (terceras del mundo en tamaño), continuando por Botswana, donde podremos avistar animales en los Parques Nacionales de Chobe y del Delta del Okavango, por cuyas aguas tendremos ocasion de navegar. El desierto del Kalahari se presenta como nuestra última parada antes de regresar a Johannesburgo y de ahí a España.

¿Quién es quién?

 

Adrián                            Ana                               Cristian

          

 

David                          Fran                        Jorge

          

 

30 de Julio: 3, 2, 1... Nos vamos!

Primera entrada en nuestro cuaderno de viaje y es que faltan menos de 24 horas para que comience nuestra aventura en tierras africanas. Mañana a las 10.00h salimos de la estación de autobuses de Logroño, para encontrarnos con Adrián en Barajas y partir vía Londres hacia Johannesburgo. Así que la próxima entrada será ya en Sudáfrica, esperemos!!! De momento hoy toca hacer la maleta y preparar todo para el viaje. A ver si no nos dejamos nada.

 

1 de Agosto: POR EL OTRO LADO!!!

Tras un largo viaje de 15 horas en avión, con un ligero retraso en el vuelo de Madrid que nos hizo correr más de lo esperado en Londres, llegamos por fin a Johannesburgo, donde nos esperaba Tyron con nuestros coches. Dos Daihatsu Terios plateados completamente iguales, que a partir de ese momento se convierten en parte fundamental de nuestro grupo.

Comprobamos que uno de los coches tiene una pieza en los bajos sujeta con una cuerda, así que el encargado del garaje de Europcar nos hace un apaño más profesional con un alambre, del que nos da un trozo de sobra por si se nos cae durante la travesía.

 Por fin salimos a la calle, no sin antes comprobar lo complicado que es meter las marchas con la izquierda, alguno casi abre la puerta del coche por ir a cambiar de marcha en el lado equivocado, y los problemas que nos plantea cada cruce, con más de una invasión del carril contrario incluída.

Después de aprovisionarnos con hornillo, quemador, esterillas, mesa, sillas, cazuela, platos, cubiertos, etc. en un centro comercial de Johannesburgo, salimos de esta inmensa ciudad de casi 15 millones de habitantes pasando cerca del barrio de Soweto, entre miles de carteles que anuncian la reciente Copa del Mundo de fútbol celebrada apenas un mes atrás en esta ciudad.

 De momento la carretera es más que buena, y aunque el arcen es inexistente, que sea asfaltada y el poco tráfico que nos encontramos nos ayudan a recorrer los 800 km que nos separan de Upington antes de las 23.30h.

 La nota cómica del día la ponen un grupo de chavalas que nos encontramos en un cruce, y que al pasar nos lanzaron un buen número de besos mientras se reían.

  

2 de Agosto: Indiana Jones en busca del quemador perdido

Tras levantarnos al alba para aprovechar las pocas horas de luz del invierno sudafricano, tónica diaria a partir de ese momento, y comprar algo de comida en un supermercado de la "ciudad", llegamos a la frontera con Namibia, donde comienza una gimkana que nos lleva de puesto a puesto hasta que conseguimos todos los papeles que necesitamos para salir de Sudáfrica. Aun queda la pertinente revisión a fondo de nuestros equipajes, salvo Ana, que se libra por no disponer en la frontera de personal femenino. La entrada a Namibia es más cómica aun, ya que no podemos pagar la tasa de entrada con tarjeta, euros o dólares, y no disponemos de la cantidad suficiente de Rands Sudafricanos. Como el cajero está estropeado, logramos cambiar lo suficiente a un grupo de americanos muy amables y entramos por fin a Namibia.

Al rato las carreteras desaparecen para dar paso a pistas de tierra bastante aceptables, que nos adentran en un paisaje desértico con apenas pueblos de 3 casas en el camino. Al llegar a una colina de rocas decidimos parar para trepar y poder observar las vistas de la llanura por donde circulamos. El problema no fue subir, si no bajar, y es que en un mal apoyo de Cristian, se desprendió una piedra que comenzó a perseguirle cual Indiana Jones en busca del Arca Perdida. Al final un hábil movimiento de apertura de piernas, pese a las indicaciones de Fran que se tire hacia atrás (¿?), deja todo en un rasguño en la pierna del intrépido Indi.

Por fin llegamos a la entrada del Fish River Canyon, donde está nuestro primer lugar de acampada, decorado con coches y camiones oxidados de probables accidentes de años atrás, que no inspiran mucha confianza respecto al día venidero. Poco antes podemos ver los primeros animales del viaje: un grupo de avestruces.

 Una buena ducha para quitarnos el polvo del camino y una cena a base de pasta con nuestro material de acampada recién adquirido, presagian una noche tranquila a la luz de un cielo estrellado impresionante. Nada más lejos de la realidad. Al abrir la caja del quemador nos damos cuenta de que el vendedor sudafricano nos había dado la caja vacía del quemador de muestra, así que tenemos dos bombonas inútiles y la cubierta de un quemador que no tenemos. Solución: ir a poner cara de pena al dueño del camping para ver si nos dejan cocinar en la cocina del camping. Aunque al dueño no le parece mal, el jefe de la cocina no piensa lo mismo, aunque sí que accede a cocinar para nosotros. A la pregunta de: os importa? la respuesta incrédula fue de: a nosotros??? que va!!! Así que la primera cena campera se convirtió en una cena cocinada por el jefe de cocina de un camping namibio.

3 de Agosto: WAKA WAKA... EH! EH!

 Visita del Fish River Canyon, el segundo cañón más grande del mundo sólo por detrás el Gran Cañón del Colorado. Sin embargo las preferencias del grupo se inclinan más por el primero, ya que las paredes son más verticales y el día transcurre sin más gente a la vista, así que la tranquilidad y la grandiosidad del sitio nos hace demorarnos en cada rincón del cañón, disfrutando de una soleada mañana de "invierno".

A media tarde llegamos al final del cañón, donde encontramos un complejo turístico con aguas termales que salen de la roca, y que para nuestro asombro... SON GRATIS!!! Pasamos el resto de la tarde metidos en las piscinas a 37ºC y haciendo una pequeña marcha para visitar una presa, acompañados por unos monos que caminan por la orilla de enfrente.

 Regresamos al camping con algo de leña para poder cocinar, y nos hacemos un buen plato de arroz al fuego que ni el mismísimo Arguiñano.

 Por la noche nos despiertan unos guiris borrachos que repiten sin cesar: Waka waka... eh! eh!, la única frase que se saben de la popular canción de Shakira, pero que cualquier coincidencia con la misma es pura casualidad.

4 de Agosto: En ruta

Salimos rumbo a Sesriem circulando por pistas de tierra que nos provocan el primer contratiempo en forma de pinchazo. Cambiamos la rueda y paramos en los dos únicos pueblos con suficiente tamaño para arreglar la rueda y comprar unos víveres. De camino vemos una cebra, un órix y unos cuantos springboks.

 

 El color de las pistas cambia al rojo característico de la arena del desierto de Namib, al que nos acercamos. Paramos en un "aeropuerto" de tierra, que no es más que una pista de aterrizaje hecha con arena en medio de la nada, protegida por unas fuertes medidas de seguridad: una valla y un hierro para sujetarla.

Tras hacer un rato el tonto por el aeropuerto, continuamos con nuestro viaje hasta llegar a Sesriem, puerta del desierto. Allí nos damos cuenta de que nuestro camping está 50 km más al norte, así que nos toca viajar un rato más y volver de nuevo al día siguiente a Sesriem.

 Acampamos ya de noche bajo la atenta mirada de algunos springboks y el ruido de vete a saber tu qué. El cielo nocturno nos mantiene un rato más despiertos, sin poder apartar la mirada de las miles de estrellas que nos dejan con la boca abierta.

 

 

5 de Agosto: Cúmulo de despropósitos

Decidimos madrugar para ver amanecer en el desierto subidos a una duna, así que nos despertamos a las 3.00h, para recorrer los 50 km que nos separan de Sesriem y los 65 que hay de ahí hasta el desierto, más la subida a una duna. Sin embargo, al llegar a Sesriem nos encontramos la entrada del parque cerrada, así que despertamos al guardia de la garita, que nos informa de que la puerta no abre hasta que ya ha amanecido, y que solo podemos ver la salida del sol desde una duna si dormimos en el camping de Sesriem. Con cara de tontos y un sueño del carajo, decidimos quedarnos a dormir en el coche ya que la distancia que nos separa de nuestro camping es muy grande como para volver.

A las 7.15, cuando ya ha amanecido, nos dirijimos de nuevo al guardia para preguntarle cuándo piensa abrir.

 Guardia: A las 6.30h.

Jorge: Amigo, son las 7.15h.

G: No en Namibia. Son las 6.15h.

J: Pues se te ha parado el rejoj ese de m...

Adrian: No, que en Namibia es una hora menos.

Todos: Qué???

A: Que sí, que aquí es una hora menos que en Sudáfrica.

J: Me quieres decir que llevamos 3 días en Namibia con la hora cambiada.

A: Sí, ya lo sabía, pero se me había olvidado deciroslo.

Tras aclarar el malentendido entramos en el Desierto de Namib y subimos a la duna 45, de 140 m de altura, desde donde podemos observar unas vistas de lujo de buena parte del desierto. Despúes de un rato jugando y saltando por la arena, decidimos bajar para ir al fondo del valle que dibujan las dunas y visitar la salina. Al llegar a 5km de la misma encontramos un parking y un cartel que dice: A partir de aquí solo 4x4. Como nuestros Daihatsu lo son decidimos seguir adelante, pero tras encallar dos veces en la arena y tener que empujar, regresamos al parking y le pagamos a un tipo para que nos lleve, aunque merece la pena.

 

 Al salir del desierto tomamos la decisión de pasar la próxima noche en el camping de Sesriem, para poder cumplir nuestras intenciones de ver amanecer en las dunas, pese a tener reservada ya la noche en el otro camping.

 Durante la cena recibimos la visita inesperada de un viajero suizo llamado Matías. Lleva 5 años dando la vuelta al mundo en moto. Hablamos durante un buen rato, mientras responde de buen grado al interrogatorio al que le sometemos. Aquí os dejo su web por si alguien quiere saber más de este aventurero: www.globalbiking.com

 

6 de Agosto: Llega el frío

Esta vez sí que vemos amanecer sobre la duna 45. Aunque nos esperabamos más cambio de color entre la oscuridad y el rojo de la arena del desierto cuando sale el sol, el espectáculo es digno de ver, y la tranquilidad que se respira mientras se van iluminando las dunas ayuda a que nos quedemos un buen rato allí sentados.

 

 Al bajar nos encontramos de nuevo con Matías, con quien conversamos y nos sacamos una foto de recuerdo para colgarla en nuestras respectivas webs.

 

Partimos rumbo a Swakopmund, deteniéndonos en Solitaire, una ciudad abandonada donde solo quedan un monton de coches oxidados entre cactus como recuerdo. Completan el sitio un pequeño camping y una explanada donde parece que se celebra algún festival: Solitaire dessert festival. En ese momento solo hay dos burros que no parecen estar de fiesta.

La siguiente parada es en el cartel que marca la situación del trópico de Capricornio.

 

 Al llegar a la costa el tiempo cambia bruscamente, dejando atrás el calor sofocante que hasta ahora nos había acompañado por tierras africanas. Niebla y temperaturas de unos 15ºC serán la tónica habitual los días que nos quedan por la costa de Namibia.

Nos alojamos en un hotel de 4 estrellas construído en un edificio que en su día hizo las veces de estación de tren. Una buena ducha y una cama palian las noches pasadas en tienda de campaña.

 

7 de Agosto: En ninguna parte

Montamos en un catamarán para hacer un crucero por la bahía de Walvis. Navegamos junto a pelícanos, focas, lobos marinos y delfines, que nadan alrederor del barco. Durante el recorrido nos sirven diferentes platos de pescado, ostras, carnes y pasteles, y brindamos con champagne por el éxito de la travesía.

 Casi llegando a puerto, una francesa se sienta en una escalerilla para fumarse un cigarro y de repente una foca se sube a bordo cayendo sobre la susodicha. Momentos de confusión porque la tripulación no sabe a quién le tiene que lanzar el pescado, ya que el parecido es sorprendente.

Regresamos a Swakopmund para recoger nuestro equipaje e intentar buscar una lavandería, ya que la ropa limpia empieza a escasear. Tras varios intentos sin éxito, decidimos seguir adelante viajando hacia el norte por la costa en busca de nuestro camping, cerca de la entrada de la Costa de los Esqueletos.

 El paisaje es desértico, y apenas encontramos un lugar si quiera parecido a un camping. Tras preguntar a un tuerto que no tenía ni idea de dónde estaba el sitio del que hablábamos, por fin encontramos el lugar, que desde luego hace honor a su nombre: Camping Ninguna Parte, que es exactamente donde se ubica.

 Como hace un viento y un frío horribles le preguntamos al hombrecillo si se puede cambiar nuestra reserva de camping pegado a la orilla del mar, que es donde más viento sopla, por un hueco en alguna de las casas con tejado de uralita que tiene desperdigadas por la zona. El señor, muy amable, nos ofrece el cambio sin coste alguno, así que esa noche la pasamos bajo techo, con un parecido mayor a una expedición en el polo norte que a un grupo de amigos en África.

8 de Agosto: Ah! que esto no es el Bosque Petrificado

Amanece como el día anterior, nublado y frío. Nos despedimos de nuestros amables anfitriones y partimos atravesando la costa de los Esqueletos. Una verja, decorada con dos calaveras, nos da la bienvenida a una estrecha franja donde el desierto se une con el mar, y donde la única pista transitable discurre entre restos de barcos barados, algún pozo petrolífero en ruinas, y alguna zona de acceso prohíbido señalada con carteles que indican la presencia de minas.

En cuanto nos alejamos de la costa para adentrarnos de nuevo en el interior del país el tiempo vuelve a cambiar, regresando al calor seco al que estábamos acostumbrados. Estamos en la zona de Damalarand, área llena de pinturas rupestres, formaciones rocosas, como la montaña quemada o el órgano, y fósiles, como el bosque petrificado, que visitamos pensando que era el oficial y resultó ser un terreno particular señalado también como Bosque Petrificado (nos dimos cuenta al pasar después por el de verdad, y por otros 5 de igual legalidad al que habíamos visto).

 Llegamos ya de noche al lodge donde nos alojamos, donde podemos degustar carne de cebra, kudu y algo más que no sabemos qué es.

9 de Agosto: Cumpleaños entre himbas

 Sorpresa mañanera para Ana, que cumple 27 añazos. Velas, globos, flores, chocolate y una figura de madera decoran la mesa del desayuno.

 

 Por la mañana visitamos un poblado Himba, paseando entre sus casas y conociendo sus costumbres. Incluso Cristian se anima a enseñarles algunos bailes.

 

 Entramos en el parque nacional de Ethosa. Por la noche, nos acercamos a una charca cercana al camping, donde se acercan a beber multitud de elefantes, jirafas, springboks, e incluso un par de rinocerontes.

 

10 de Agosto: Animales a cholón

Día completo recorriendo Ethosa, circulando por caminos de tierra y parando en diferentes charcas para ver animales de todas clases: cebras, jirafas, ñus, elefantes, orix, kudus, springboks y un leopardo. Aunque la sorpresa del día llegó al encontrarnoss una jirafa muerta en medio de un camino, y al lado, debajo de un árbol, dos leones echando la siesta después de semejante festín.

 

 

11 de Agosto: Encuentros en la tercera fase

Dejamos el parque de Ethosa rumbo a la franja de Caprivi, un terreno estrecho que pertenece a Namibia situado entre Angola y Botswana.

 De camino paramos a ver el meteorito más grande que ha impactado con La Tierra, y que colisionó hace unos 80.000 años. Tras sacarnos unas fotos subidos al trozo de roca, formado en su mayor parte de hierro, continuamos nuestro camino deteniéndonos en un par de poblados de casas de barro.

 

Encontramos un colegio de primaria y decidimos preguntar si podemos visitarlo. Una profesora muy amable nos enseña las instalaciones bajo la atenta mirada de un montón de chavales. Nos explica, que pese a contar con solo 15 profesores el colegio acoge a unos 500 niños de entre 6 y 16 años.

 Ya en Rundu, nos encontramos a un misionero que nos recomienda ir a un lugar con las mejores vistas de la zona del río Okavango, y al barrio donde vive la mayoría de la población de la ciudad. Así que siguiendo sus consejos nos acercamos a ambos lugares, aunque sin detenernos mucho porque ya anochece y aun queda trecho por hacer.

 Ya de noche llegamos a nuestro camping situado a orillas del río Okavango, por lo que los hipopótamos campan a sus anchas por la zona, dandonos algún que otro susto.

 

12 de Agosto: El brujo

  Antes de partir nos subimos a desayunar a un mirador de madera, donde vemos los hipopótamos que la noche anterior gritaban cerca de nuestras tiendas.

 Cruzamos la franja de Caprivi y acampamos en Namushasha, visitando un poblado cercano construído según la tradición local, donde podemos ver cómo trabajaban no hace tanto tiempo y los bailes típicos de la zona. Para terminar, el brujo del poblado realiza una danza para traernos suerte en el viaje, utilizando para ello la colaboración de Cristian.

 

13 de Agosto: Desinfección

Antes de salir nos damos cuenta de que una rueda está pinchada, así que toca cambiarla por segunda vez en lo que va de viaje. Partimos rumbo a Botswana gastando los pocos dólares namibios que nos quedan en gasolina y en arreglar el pinchazo.

En la frontera toca hacer menos papeles de los esperados, aunque nos hacen limpiar nuestros zapatos (incluso los que están en los bolsos) con un trapo empapado en lo que ellos decían que era desinfectante, aunque por la pinta del trapo no creemos que sea muy efectivo, ya que parece que la última vez que lo cambiaron fue cuando se declaró la independencia. Como colofón nos hacen pasar los coches por un charco del mismo líquido, y es que parece que en este país se toman muy en serio lo del contagio de plagas.

Llegamos por fin al camping, donde decidimos contratar una excursión en barco por el río Chobe, así que pasamos el resto de la tarde viendo hipopótamos durmiendo, elefantes cruzando el río, manadas de búfalos pastando y cocodrilos descansando en la orilla. El atardecer sobre el Chobe despide la travesía.

 

 

14 de Agosto: Cataratas Victoria 

 Cruzamos a Zimbabwe para pasar el día completo en Cataratas Victoria. Todo lo que escriba de este día se queda corto para describir la belleza de las cascadas que forma el río Zambeze y que caen en una estrecha grieta que separa Zimbabwe y Zambia.

 Tras barajar durante un rato la posibilidad de sobrevolar en helicóptero las cataratas, decidimos, muy a nuestro pesar, rechazar la posibilidad por el elevado precio que tiene el vuelo. Así que regresamos a nuestro camping a descansar, no sin antes tener que "desinfectarnos" de nuevo al entrar en territorio Botswano.

 

 

15 de Agosto: Maldito 4x4 y la leyenda de la mujer que devoraba cervezas

 Amanecemos con la visita de 2 jabalíes berrugosos que campan a sus anchas en busca de comida.

 

 El plan para hoy es pasar el día circulando por el Parque Nacional de Chobe para ver la flora y fauna de la zona, así que en cuanto abre nosotros estamos ya en sus puertas. Sin embargo, nuestra sorpresa es mayúscula al enterarnos que no se puede acceder al mismo sin un 4x4. Y os estaréis preguntando: pero si ya tenéis dos 4x4? Pues no, porque días atrás nos percatamos de que, tras una pegatina de Europcar situada en el cristal de nuestros coches, se encuentra otra con un aviso que reza: La tracción a las 4 ruedas ha sido permanentemente desactivada, aviso que hasta entonces había permanecido oculto a nuestros ojos tras la pegatina de Europcar.

 Nuestro cabreo es monumental, ya que el plan para el día se nos acaba de chafar. Decidimos volver a la ciudad en busca de una agencia que nos permita realizar una excursión por el parque, pero todas las que encontramos ya han salido así que nos toca esperar al tour de la tarde, pasando el resto del día paseando por la "ciudad" para hacer tiempo.

 

Por fin a las 15.00h salimos para hacer la excursión de 3 horas por Chobe, viendo monos, kudus, impalas, cocodrilos, muchas aves y elefantes tan cerca que impresionan más si cabe.

 

 Ya de regreso, la mujer de nuestro guía, que había venido con nosotros a la excursión, comienza a beber una lata de cerveza tras otra como si llevase un mes sin beber nada. En los 20 minutos que duró nuestro trayecto de vuelta a la ciudad contabilizamos 4!!! Por supuesto, al terminar cada una aplasta la lata y la arroja al suelo del coche.

 

16 de Agosto: Rumbo al Okavango

Día de ruta por carretera hacia el Delta del Okavango atravesando buena parte de Botwana.

 

17 de Agosto: Dicen que Canicosa...

Hoy realizamos una excursión al Delta del Okavango. Cogemos un camión conducido por el agente especial Duffy, que nos lleva a toda pastilla por caminos de tierra llenos de baches e inundados en algunos tramos por el río. Como el camión está abierto al aire, el frío y el viento son casi insoportables, haciendo, por ejemplo, que Jorge pierda su comida por la borda al ir a abrocharse el polar.

 Tras más de una hora en el camión, llegamos al orilla del Okavango donde nos esperan nuestros guías con sus mokoros (canoa típica de la zona). En ellos navegamos hasta una isla, donde realizamos una excursión a pie para ver hipopótamos y cebras, regresando de nuevo al punto de partida a bordo de los mokoros.

 Durante el trayecto Fran y David les enseñan a nuestros guías canciones populares de nuestra tierra, como Dicen que canicosa o A mi me gusta el pipiribipipi, que repiten con bastante gracia.

 

 

 

18 de Agosto: Estrenando coche

Nuestra intención es visitar la Reserva de Moremi, dentro del Delta del Okavango, pero debido a que en este Parque es también obligatorio el uso de 4x4 y nosotros no tenemos, nos vemos obligados a alquilar un todoterreno a un amigo del dueño de nuestro camping, que nos salva el día.

Así, con nuestro Toyota Hilux totalmente equipado, recorremos el parque dándonos pronto cuenta de lo necesario que es el 4x4 aquí, y si no ved la foto!!!!

      

 El resto del día lo pasamos circulando por caminos y viendo muchos animales, como los monos "tocahuevos", que se dedican a tirar bayas gigantes de un árbol sobre los pobres impalas que se acercan a comer a su sombra.

 

 

      

19 de Agosto: Ya somos papás

Día de conducción desde el Okavango hacia Johannesburgo. Pronto nos damos cuenta de que la carretera que nos lleva hasta nuestro siguiente camping se desvía mucho de la ruta hacia Sudáfrica, entrando incluso en territorio Namibio. Como nos parece que vamos a hacer muchos kilómetros en balde (al día siguiente tenemos que desandar lo de hoy hasta la carretera de Johannesburgo), además de tener que pagar de nuevo las tasas para entrar en Namibia, decidimos regresar a la carretera principal y buscar alojamiento más al sur.

 El problema en esta zona es la falta de gasolina, así que paramos en la primera que vemos. Lo que pasa es que está abandonada hace tanto tiempo, que ahora es el hogar de unas cabras que huyen espantadas al vernos, dejando a un pobre cabritillo que acaba de nacer a nuestro cuidado. Como aun no tenemos tanta hambre, nos alejamos para que la manada vuelva a por él.

 

 Por fin encontramos una gasolinera donde repostar al lado de un restaurante de comida rápida ¿será una cadena de fast food?

 

Encontramos alojamiento barato en un hostal, que nos cede amablemente un gimnasio y un comedor para que pasemos allí la noche. Pero lo mejor del sitio sin duda es la cama elástica que hay justo enfrente y que nos ocupa las horas antes de dormir.

 

20 de Agosto: Merecido descanso

Continuamos con nuestro camino hacia Sudáfrica, pero antes de salir de Botswana nos detenemos en un poblado para regalar nuestras cosas: comida, cacharros de cocina, hornillos, bombonas, ropa, zapatillas, esterillas, etc. que esperamos sirvan de utilidad a sus nuevos dueños.

 

Atravesamos la frontera acompañados de un policía que quiere que los campeones del mundo le inviten a un trago, pero que conseguimos librar haciéndo que no entendemos. Entramos de nuevo en Sudáfrica y llegamos a nuestro alojamiento para pasar la última noche, que a pesar de estar perdido en medio del bosque, merece mucho la pena ya que se trata de un lugar tranquilo en una zona realmente bonita.

 

Después de jugar al tetris encajando en nuestras maletas todo el equipaje que llevabamos, difrutamos de una agradable y deliciosa cena en casa de nuestra anfitriona.

 

21 de Agosto: Despedida con la copa del mundo al fondo

Tras un frugal desayuno nos despedimos de nuestra anfitriona y partimos rumbo a Johannesburgo.

 Vamos al centro comercial donde nos vendieron el hornillo el primer día, y que más tarde resultó ser solo la caja del hornillo, para que nos devuelvan el dinero del mismo y de las bombonas que no pudimos utilizar, y aunque no confiamos mucho en que esto pase, sí que nos lo reembolsan.

 Como aun nos queda tiempo hasta coger el vuelo, decidimos ir a visitar el Soccer City (el estadio de fútbol donde España se proclamó campeona del mundo meses atrás) antes de ir al aeropuerto y devolver los coches. Tras poner la pertinente reclamación por habernos dado dos coches sin tracción a las 4 ruedas, cosa que habíamos solicitado y pagado, abandonamos Sudáfrica rumbo a España y damos por concluída nuestra aventura por tierras africanas.

 

DATOS ÚTILES

MONEDA


NAMIBIA: DÓLAR NAMIBIO (NAD)

BOTSWANA: PULA (BWP)

SUDÁFRICA: RAND (ZAR)

HORA


NAMIBIA: GTM+1

BOTSWANA: GTM+2

SUDÁFRICA: GTM+2

VACUNAS

 

VISADO